“No hay nada permanente excepto el cambio”_ Heráclito
La ecuanimidad es estar presente en el placer sin apego y en el dolor sin resistencia. El equilibrio interior nos permite mantenernos estables cuando lo de fuera va cambiando; y la imparcialidad nos permite estar lo más neutrales posibles en la experiencia aquí y ahora.
Por ejemplo: Estoy preocupada porque tengo mucho trabajo y no me va a dar tiempo a terminar. Puedo observar las sensaciones, pensamientos o emociones que me genera y poner las cosas en perspectiva: ¿dentro de un año esto me preocupará?.
Al leer este ejemplo tal vez te venga un pensamiento del tipo “Elena, eso es muy simplista” y yo te diría “al margen de las etiquetas que quieras ponerles, ¿dentro de un año esto te preocuparía?”
La vida es continua impermanencia, todo está cambiando constantemente. La mente considera esto como una amenaza y quiere el control de la situación generando estrés y/o ansiedad. Intentamos que todo esté quieto cuando, en realidad, todo está en continuo movimiento. Cambia “lo de fuera” (la noche/el día, la sociedad, crecen los hijos…) y cambia “lo de dentro” (el cuerpo cambia, varían los pensamientos, las emociones…).
Conectamos con nuestra estabilidad y nuestro centro. Conectamos con nuestra espalda fuerte.
Conectamos con la compasión y con sus tres componentes:
Llevamos la atención a cómo se despliega la experiencia aquí y ahora (mindfulness), nos tratamos con cariño ante lo que está sucediendo en esa experiencia (bondad amorosa) y conectamos con el resto de personas que, al igual que nosotros, quieren ser felices y no sufrir (humanidad compartida).
Conectamos con nuestra resiliencia, ternura, amor y determinación. Conectamos con nuestro corazón suave.
GRACIAS por estos momentos que dedicas a respirar.
Elena HCh